Este elemento decorativo que pocas veces nos detenemos a contemplar, fue colocado en esta esquina como indicador del nivel que alcanzó el agua después de la gran inundación de 1629. En ese año, se desbordaron algunos lagos que la cuenca de México ocasionando que la capital de la Nueva España permaneciera anegada por más de cinco años.
Dirección: Francisco I. Madero esquina Motolinta
jueves, 8 de febrero de 2007
Casa Borda
José de la Borda fue uno de los mineros más ricos del siglo XVIII al ser
dueño de las minas de Real del Monte (Hidalgo) y Santa Prisca de Taxco
(Guerrero). Cumpliendo con el lema "Dios dando a Borda... Borda dando a
Dios" costeó la construcción del templo de Santa Prisca en Taxco y fue
propietario también del Jardín Borda de la ciudad de Cuernavaca.En la entonces capital de la Nueva España se mandó construir una mansión con un interesante elemento decorativo: un gran balcón corrido en el segundo nivel. Cuenta la leyenda que Don José era sumamente celoso y que su esposa constantemente le solicitaba que la acompañara a pasear por la calle de San Francisco (hoy Madero). Ante ello, Don José encargó la construcción de un enorme balcón que rodeara el edificio para que así la dama paseara cuántas veces quisiera...pero, ¡sin salir de casa!
Dirección: Francisco I Madero esquina Bolívar
dueño de las minas de Real del Monte (Hidalgo) y Santa Prisca de Taxco
(Guerrero). Cumpliendo con el lema "Dios dando a Borda... Borda dando a
Dios" costeó la construcción del templo de Santa Prisca en Taxco y fue
propietario también del Jardín Borda de la ciudad de Cuernavaca.En la entonces capital de la Nueva España se mandó construir una mansión con un interesante elemento decorativo: un gran balcón corrido en el segundo nivel. Cuenta la leyenda que Don José era sumamente celoso y que su esposa constantemente le solicitaba que la acompañara a pasear por la calle de San Francisco (hoy Madero). Ante ello, Don José encargó la construcción de un enorme balcón que rodeara el edificio para que así la dama paseara cuántas veces quisiera...pero, ¡sin salir de casa!
Dirección: Francisco I Madero esquina Bolívar
Palacio de Iturbide
Edificado por orden de los Condes de San Mateo Valparaíso y Jaral de Berrio como regalo de bodas para su hija Maria Ana de Moneada y Villafont, fue ocupado por esta familia de 1785 a 1800. Se le conoce como Palacio de Iturbide ya que fue habitado temporalmente, de 1821 a 1822. por Agustín de Iturbide, caudillo criollo y consumador de la Independencia de México, tras su entrada triunfal al frente del Ejército Trigarante. Actualmente, es la sede de Fomento Cultural Banamex y siempre ofrece interesantes exposiciones artísticas.
Dirrección: Francisco I Madero 17
Casa de los Azulejos
La historia del Palacio Azul, como lo llamaban entonces, se remonta al siglo XVI. Poco después cambiaría su nombre por La Casa de los Azulejos,
La casa que hoy ocupa Sanborns, fue construida al estilo churrigueresco y se decía que los azulejos del exterior fueron hechos en China especialmente para su fachada; sin embargo, existe la posibilidad de que hayan sido fabricados en Puebla en una alfarería de talavera de frailes Dominicos en 1653.
La utilización de los azulejos fue introducida a España por los moros; y como tal, los azulejos de los corredores y de la gran escalera, nos recuerden los de algunos palacios de Sevilla.
Existe la certeza de que los barandales de bronce de los corredores y los balcones también fueron especialmente traídos desde China.
El patio interior de la casa, ahora el salón comedor principal, luce sus altas columnas de piedra y como trabes, polines de grandes dimensiones. También es única su fuente de piedra, que constituye uno de sus principales atractivos.
Este palacio ha presenciado no sólo felicidad, regocijo y hechos sobrenaturales, sino también; como contrapunto, crímenes y hasta terremotos, según cuentan varias leyendas.
La historia de los moradores de la Casa de los Azulejos, comienza cuando Don Damián Martínez, presionado por sus acreedores, se vio precisado a cederla en propiedad a Don Diego Suárez de Peredo, a quien se adjudicó la finca en la cantidad de $6,500 y quien tomó posesión de la casa y de la Plaza Guardiola el 2 de diciembre de 1596. Posteriormente, Don Diego habría de heredarla a su hija Doña Graciana, quien contrajo matrimonio con Don Luís de Vivero, segundo Conde del Valle de Orizaba.
Pasadas algunas generaciones, se cuenta que uno de ¡os condes del Valle de Orizaba, tenía un hijo que, fiado en sus riquezas, más pensaba en fiestas y derroches que en los ingenios de azúcar. El viejo Conde, cansado de las frecuentes reprimendas a su hijo, le lanzó un reto; "Hijo, tú nunca irás lejos, ni harás Casa de Azulejos", queriendo decirle a su hijo que era un bueno para nada.
Al joven le hizo mella lo de los azulejos y poco a poco cambió de vida, prometiendo reedificar la casa que su padre tenía por imposible. El joven Conde cumplió lo ofrecido y reedificó aquel "Palacio Azul" revistiéndolo de azulejos, para convertirlo en la hoy famosa "Casa de los Azulejos."
Muchas otras anécdotas y leyendas se cuentan sobre este monumento colonial, como aquella que dice que el 18 de octubre de 1731, la Condesa del Valle de Orizaba, Doña Graciana de Vivero y Peredo, muy debota del Cristo de los Desagravios; una escultura labrada en tamaño natural pero de autor de origen desconocido, la pidió prestada al Convento de San Francisco y la hizo llevar a su casa para colocarla en la sala principal.
El 7 de noviembre siguiente, como a las 9:00 de la noche, la Ciudad fue sacudida por un fuerte terremoto. Don José Suárez, hijo de la Condesa, recorrió la casa para darse cuenta de los daños causados por el terremoto y al pasar por la sala donde se encontraba el Cristo, se acercó devotamente a besar la llaga del costado y notó que estaba húmeda, levantó los ojos para ver el rostro del Cristo y lo advirtió totalmente demudado, recordando que antes tenía el semblante de un hombre vivo y llenas las mejillas.
Cubierto de un sagrado temor, dio cuenta del suceso a su madre la Condesa y varias otras personas, quienes dieron fe del milagro. Sacerdotes, médicos, pintores y escultores fueron testigos de este acontecimiento y manifestaron tratarse de un hecho sobrenatural.
Cuéntase ¡amblen que en alguna ocasión, la calle de la Condesa fue escenario de un incidente que hoy calificaríamos de cursi: un día, dos nobles entraron por la estrecha calle, pero por polos opuestos, y sus carruajes se encontraron a la mitad; como ninguno podía pasar al mismo tiempo y ninguno quería hacerse atrás para ceder el paso al otro, permanecieron cada quien en su carruaje, cara a cara, durante tres días y tres noches. Dícese que ante tal suceso, el Virrey hubo de ordenarles a los dos que se hicieran para atrás simultáneamente y despejaran la calle por el mismo lado donde habían entrado. Esta curiosa anécdota motivó que se utilizara este hecho como símbolo del callejón, incluso la escena se ha reproducido en las cubiertas de las cajas de chocolates de la famosa línea Condesa que Sanborns produce.
Los condes del Valle de Orizaba continuaron habitando el viejo palacio y el 4 de diciembre de 1828, en medio del desorden del que era presa la Ciudad por el motín de la Acordada, el oficial Manuel Palacios penetró en la Casa de los Azulejos en el momento en que el exconde Don Andrés Diego Suárez de Peredo bajaba la escalera y le acometió varias puñaladas, dejándole sin vida. De este horroroso asesinato hubo varias versiones, pero la verdad es que fue una venganza personal del oficial, porque el exconde Don Diego se oponía a que tuviese relaciones con una joven de la familia. Condenado a la pena de muerte, se ejecutó al culpable en la Plazuela de Guardiola.
Años después, la familia Iturbe compró la Casa de los Azulejos y fue habitada por Don Rafael de la Torre y poco después por Don Sebastián de Mier. En 1891, la ocupó el Jockey Club de México y a principios de siglo, Sanborns inauguró en ella su farmacia y la primera fuente de sodas en México.
Corría el año de 1903 cuando empezó a funcionar la farmacia en una superficie de 30 metros cuadrados y con un capital menor a diez mil pesos.
En 1907 se ampliaron y arrendaron una superficie de 250 metros cuadrados. Para 1909, se integró una empresa con un capital de quinientos mil pesos, que suscribía incluso algunos empleados de la Casa. Diez años después, cambió su razón social por la de Sanborn Hnos., S.A. y se ampliaron las instalaciones de la droguería, el patio de la Casa de los Azulejos y un departamento de novedades y regalos, para ocupar completamente la Casa de los Azulejos con una superficie de 1,500 metros cuadrados.
Hoy, todavía se admira la arquitectura severa y el lujo de las salas, por las que parecen pasar sombras de sus ancestrales moradores. La escalera que fue testigo del crimen del exconde Don Diego, ahora contempla el famoso mural de José Clemente Orozco fechado en 1924 y titulado Omniciencia, que tiene un valor artístico incalculable.
Sanborns tienen muchos años de servir al público mexicano y al turista, asimismo, constituye un tradicional lugar de reunión y en su cálida atmósfera de amistad se respira un grato ambiente cosmopolita.
Ahora, Sanborns constituye no sólo la cadena de restaurantes más importante de América Latina, sino una cadena de tiendas de departamentos en las que se encuentra prácticamente de todo, desde una aspirina hasta un juego de té de plata; desde un helado hasta un reloj suizo; desde un martini hasta una cámara fotográfica y desde una hamburguesa hasta una cena formal.
La casa que hoy ocupa Sanborns, fue construida al estilo churrigueresco y se decía que los azulejos del exterior fueron hechos en China especialmente para su fachada; sin embargo, existe la posibilidad de que hayan sido fabricados en Puebla en una alfarería de talavera de frailes Dominicos en 1653.
La utilización de los azulejos fue introducida a España por los moros; y como tal, los azulejos de los corredores y de la gran escalera, nos recuerden los de algunos palacios de Sevilla.
Existe la certeza de que los barandales de bronce de los corredores y los balcones también fueron especialmente traídos desde China.
El patio interior de la casa, ahora el salón comedor principal, luce sus altas columnas de piedra y como trabes, polines de grandes dimensiones. También es única su fuente de piedra, que constituye uno de sus principales atractivos.
Este palacio ha presenciado no sólo felicidad, regocijo y hechos sobrenaturales, sino también; como contrapunto, crímenes y hasta terremotos, según cuentan varias leyendas.
La historia de los moradores de la Casa de los Azulejos, comienza cuando Don Damián Martínez, presionado por sus acreedores, se vio precisado a cederla en propiedad a Don Diego Suárez de Peredo, a quien se adjudicó la finca en la cantidad de $6,500 y quien tomó posesión de la casa y de la Plaza Guardiola el 2 de diciembre de 1596. Posteriormente, Don Diego habría de heredarla a su hija Doña Graciana, quien contrajo matrimonio con Don Luís de Vivero, segundo Conde del Valle de Orizaba.
Pasadas algunas generaciones, se cuenta que uno de ¡os condes del Valle de Orizaba, tenía un hijo que, fiado en sus riquezas, más pensaba en fiestas y derroches que en los ingenios de azúcar. El viejo Conde, cansado de las frecuentes reprimendas a su hijo, le lanzó un reto; "Hijo, tú nunca irás lejos, ni harás Casa de Azulejos", queriendo decirle a su hijo que era un bueno para nada.
Al joven le hizo mella lo de los azulejos y poco a poco cambió de vida, prometiendo reedificar la casa que su padre tenía por imposible. El joven Conde cumplió lo ofrecido y reedificó aquel "Palacio Azul" revistiéndolo de azulejos, para convertirlo en la hoy famosa "Casa de los Azulejos."
Muchas otras anécdotas y leyendas se cuentan sobre este monumento colonial, como aquella que dice que el 18 de octubre de 1731, la Condesa del Valle de Orizaba, Doña Graciana de Vivero y Peredo, muy debota del Cristo de los Desagravios; una escultura labrada en tamaño natural pero de autor de origen desconocido, la pidió prestada al Convento de San Francisco y la hizo llevar a su casa para colocarla en la sala principal.
El 7 de noviembre siguiente, como a las 9:00 de la noche, la Ciudad fue sacudida por un fuerte terremoto. Don José Suárez, hijo de la Condesa, recorrió la casa para darse cuenta de los daños causados por el terremoto y al pasar por la sala donde se encontraba el Cristo, se acercó devotamente a besar la llaga del costado y notó que estaba húmeda, levantó los ojos para ver el rostro del Cristo y lo advirtió totalmente demudado, recordando que antes tenía el semblante de un hombre vivo y llenas las mejillas.
Cubierto de un sagrado temor, dio cuenta del suceso a su madre la Condesa y varias otras personas, quienes dieron fe del milagro. Sacerdotes, médicos, pintores y escultores fueron testigos de este acontecimiento y manifestaron tratarse de un hecho sobrenatural.
Cuéntase ¡amblen que en alguna ocasión, la calle de la Condesa fue escenario de un incidente que hoy calificaríamos de cursi: un día, dos nobles entraron por la estrecha calle, pero por polos opuestos, y sus carruajes se encontraron a la mitad; como ninguno podía pasar al mismo tiempo y ninguno quería hacerse atrás para ceder el paso al otro, permanecieron cada quien en su carruaje, cara a cara, durante tres días y tres noches. Dícese que ante tal suceso, el Virrey hubo de ordenarles a los dos que se hicieran para atrás simultáneamente y despejaran la calle por el mismo lado donde habían entrado. Esta curiosa anécdota motivó que se utilizara este hecho como símbolo del callejón, incluso la escena se ha reproducido en las cubiertas de las cajas de chocolates de la famosa línea Condesa que Sanborns produce.
Los condes del Valle de Orizaba continuaron habitando el viejo palacio y el 4 de diciembre de 1828, en medio del desorden del que era presa la Ciudad por el motín de la Acordada, el oficial Manuel Palacios penetró en la Casa de los Azulejos en el momento en que el exconde Don Andrés Diego Suárez de Peredo bajaba la escalera y le acometió varias puñaladas, dejándole sin vida. De este horroroso asesinato hubo varias versiones, pero la verdad es que fue una venganza personal del oficial, porque el exconde Don Diego se oponía a que tuviese relaciones con una joven de la familia. Condenado a la pena de muerte, se ejecutó al culpable en la Plazuela de Guardiola.
Años después, la familia Iturbe compró la Casa de los Azulejos y fue habitada por Don Rafael de la Torre y poco después por Don Sebastián de Mier. En 1891, la ocupó el Jockey Club de México y a principios de siglo, Sanborns inauguró en ella su farmacia y la primera fuente de sodas en México.
Corría el año de 1903 cuando empezó a funcionar la farmacia en una superficie de 30 metros cuadrados y con un capital menor a diez mil pesos.
En 1907 se ampliaron y arrendaron una superficie de 250 metros cuadrados. Para 1909, se integró una empresa con un capital de quinientos mil pesos, que suscribía incluso algunos empleados de la Casa. Diez años después, cambió su razón social por la de Sanborn Hnos., S.A. y se ampliaron las instalaciones de la droguería, el patio de la Casa de los Azulejos y un departamento de novedades y regalos, para ocupar completamente la Casa de los Azulejos con una superficie de 1,500 metros cuadrados.
Hoy, todavía se admira la arquitectura severa y el lujo de las salas, por las que parecen pasar sombras de sus ancestrales moradores. La escalera que fue testigo del crimen del exconde Don Diego, ahora contempla el famoso mural de José Clemente Orozco fechado en 1924 y titulado Omniciencia, que tiene un valor artístico incalculable.
Sanborns tienen muchos años de servir al público mexicano y al turista, asimismo, constituye un tradicional lugar de reunión y en su cálida atmósfera de amistad se respira un grato ambiente cosmopolita.
Ahora, Sanborns constituye no sólo la cadena de restaurantes más importante de América Latina, sino una cadena de tiendas de departamentos en las que se encuentra prácticamente de todo, desde una aspirina hasta un juego de té de plata; desde un helado hasta un reloj suizo; desde un martini hasta una cámara fotográfica y desde una hamburguesa hasta una cena formal.
Ex Convento de San Francisco
Aunque fue conocido como convento, originalmente fue el primer monasterio de la Nueva España ya que estaba destinado a frailes. Fue fundado por los primeros misioneros franciscanos que arribaron a la Nueva España. En 1525, se fundó allí la capilla de San José de los Naturales y con ello comenzó la historia de un espacio en el cual se mezcla ría mucho de la cultura europea y la mesoamericana. Llegó a ser considerado el conjunto monástico más grande de América y el más bello e importante de toda la Nueva España; en su extensión original fue de casi 33 mil metros cuadrados. A lo largo de tres siglos, se edificaron trece capillas por parte de las cofradías religiosas, un cementerio, huertas, celdas para los frailes, una biblioteca, varias escuelas (de las cuales se originaron algunos de los gremios de artesanos y otros colegios) y una rica pinacoteca.
En 1856, derivado de la lucha entre conservadores y liberales, se abrió la calle de Independencia (hoy 16 de Septiembre) demoliendo para ello la parte sur de San Francisco, con lo que comenzó su destrucción paulatina hasta quedar en pie sólo la igles ia principal, la ex capilla de Balvanera y algunos fragmentos ocupados hoy en día por particulares (no deje de visitar la Pastelería La Ideal de 16 de Septiembre donde, además de degustar un excelente pan, podrá contemplar parte de los arcos del convento).
En 1856, derivado de la lucha entre conservadores y liberales, se abrió la calle de Independencia (hoy 16 de Septiembre) demoliendo para ello la parte sur de San Francisco, con lo que comenzó su destrucción paulatina hasta quedar en pie sólo la igles ia principal, la ex capilla de Balvanera y algunos fragmentos ocupados hoy en día por particulares (no deje de visitar la Pastelería La Ideal de 16 de Septiembre donde, además de degustar un excelente pan, podrá contemplar parte de los arcos del convento).
Torre Latinoamericana
En el año 2006 la Torre Latinoamericana cumple 50 años. Fue levantada en los terrenos que ocupara el atrio del Convento de San Francisco por el equipo del Dr. Leonardo Zeevaret, los arquitectos Augusto Álvarez, Alfonso González Paullada y el ingeniero Eduardo Espinosa. Constituye un ejemplo internacional de ingeniería en rascacielos para zonas de alto grado sísmico ya que cuenta con 361 pilotes especialmente diseñados para llegar a una profundidad de 33 metros. Mide 130 metros, más una antena de 44 metros, lo que hace un total de 182 metros y cuenta con tres sótanos y 44 pisos.
Edificio La Nacional
Conocido a principios de la década de 1930 como "el primer rascacielos mexicano", el edificio ubicado en Av. Juárez número 4 es obra de los arquitectos mexicanos Manuel Ortiz Monasterio, Bernardo Calderón y Luis Ávila. Debe su nombre a la Compañía de Seguros que ordenó su construcción y fue inaugurado en 1932. Fue el primer edificio de 10 niveles en el país y sirvió como una especie de experimento en sistemas de cimentación y solución estructural que se aprovechó para el diseño de otros edificios en los años siguientes.
Su importancia se debe a que es una de las primeras manifestaciones mexicanas de la arquitectura racionalista que se caracterizaba por el uso del acero y del concreto. Como todos los edificios de esta corriente arquitectónica, su volumen preside la ornamentación y la forma es producto de la solución estructural. Ciertos detalles revelan similitudes con el Art Deco.
Su importancia se debe a que es una de las primeras manifestaciones mexicanas de la arquitectura racionalista que se caracterizaba por el uso del acero y del concreto. Como todos los edificios de esta corriente arquitectónica, su volumen preside la ornamentación y la forma es producto de la solución estructural. Ciertos detalles revelan similitudes con el Art Deco.
Palacio de Bellas Artes
Construido a principios del siglo XX, por encargo del Presidente Porfirio Díaz, este emblemático edificio sería la sede del nuevo Teatro Nacional. Fue el arquitecto italiano Adamo Boari quien inició la obra en 1904 sobre el terreno que ocupó el Convento de Santa Isabel. La construcción del Palacio de Bellas Artes fue interrumpida por el inicio de la Revolución Mexicana y no fue sino hasta 1932 que el arquitecto mexicano Federico Mariscal retomó la obra concluyéndola en 193 4. Su fachada es de mármol de Carrara, Italia y el interior de mármol proveniente de Monterrey, Querétaro y Morelos. De los aspectos más relevantes del edificio destaca el enorme telón de cristales opalescentes elaborado por la casa Tiffany Studios de Nueva York y que representa una vista del valle de México hecha a solicitud del propio Díaz. Una vez concluida la Revolución y con el surgimiento del Movimiento Nacionalista, muchos de los muros de los principales edificios del país fueron recubiertos con mu rales de los artistas más importantes de la época. En el caso del Palacio de Bellas Artes, plasmaron su obra Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez Lozano y Jorge González Camarena. Actualmente, el Palacio de Bellas Artes es sede del Instituto Nacional de Bellas Artes.
El Centro Histórico
El 8 de diciembre de 1987, el Centro Histórico de la Ciudad de México fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO."El casco antiguo de nuestra ciudad tiene casi siete siglos de vida y ha sido corazón del Imperio Azteca, capital del más poderoso virreinato del Nuevo Mundo, bastión de la lucha por la independencia y metrópoli de la naciente República. Hoy en día, la historia de la Capital Mexicana continúa en las mismas calles que albergaron la primera universidad, la primera casa de moneda y la primera imprenta de América. El Centro Histórico de la Ciudad de México se ha intervenido de muchas maneras y en distintos tiempos. Sin embargo, en el 2001, se dio una coyuntura favorable que hizo posible que los gobiernos federal y capitalino convocaran la creación del Consejo Consultivo para el Rescate del Centro Histórico; en él participan más de 130 personalidades del mundo de la cultura, la historia, la academia, el comercio y la em presa privada. Gracias a esta iniciativa se puso en marcha una rehabilitación integral de este privilegiado espacio cuyas dimensiones son enormes:
9.1 kilómetros cuadrados de superficie
668 manzanas
Alrededor de 9 mil predios
Cerca de 1500 edificios con valor monumental
196 monumentos civiles y 67 religiosos
Más de 80 museos y recintos culturales
78 plazas y jardines
19 claustros, 28 fuentes y 12 sitios con murales
Todas estas estructuras fueron construidas entre los siglos XVI y XX
9.1 kilómetros cuadrados de superficie
668 manzanas
Alrededor de 9 mil predios
Cerca de 1500 edificios con valor monumental
196 monumentos civiles y 67 religiosos
Más de 80 museos y recintos culturales
78 plazas y jardines
19 claustros, 28 fuentes y 12 sitios con murales
Todas estas estructuras fueron construidas entre los siglos XVI y XX
Paseo de Plateros
Hasta el siglo XVII, la actual calle de Madero fue conocida como San Francisco debido al convento franciscano que ahí se ubicaba y que era el más grande de la Nueva España. Posteriormente, se le identificó como la calle de Plateros porque en ella se establecieron, por ordenanza del Virrey Marqués de Cadereyta los principales joyeros de la ciudad. Lleva el nombre de Francisco I. Madero desde el 14 de diciembre de 1914, fecha del primer aniversario luctuoso de Madero.
Recorrer esta avenida, pasar por el Zócalo y las calles 5 de mayo o Tacuba significa un viaje a los sitios más representativos en la historia de México.
Recorrer esta avenida, pasar por el Zócalo y las calles 5 de mayo o Tacuba significa un viaje a los sitios más representativos en la historia de México.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)